Altes Rahaus, visita imprescindible en Bamberg

21 de las ciudades con más encanto de Europa

Europa, el viejo continente, es una tierra marcada por siglos de historia, arte y diversidad cultural. Viajar por Europa es, en muchos sentidos, un viaje por el tiempo: desde las callejuelas empedradas de la Edad Media hasta las elegantes avenidas barrocas o los barrios más contemporáneos. Europa conserva algunas de las ciudades más bonitas, históricas y auténticas del mundo

En este artículo no te hablaremos de las grandes capitales, sino de esas ciudades que, sin ser las más conocidas, encierran un encanto especial. Algunas son pequeñas joyas medievales; otras, animados centros universitarios o testigos de episodios clave en la historia europea. No están ordenadas por importancia, pero todas tienen algo que las hace especiales. Son destinos ideales para una escapada cultural, un viaje tranquilo o una ruta por el corazón de Europa. Cada una nos ha dejado una huella distinta, y todas merecen ser descubiertas con calma.

Aquí va nuestra selección de 20 ciudades con más encanto de Europa. Una lista personal, fruto de nuestras propias experiencias, que esperamos que sirva de inspiración para tus próximos viajes.

1. Gante (Bélgica)

Gante, en la región de Flandes, es una de las ciudades más interesantes de Bélgica. A menudo eclipsada por su vecina Brujas, Gante ofrece un casco histórico igualmente bien conservado, pero con más vida local.

Situada en la confluencia de los ríos Escalda y Lys, Gante fue en la Edad Media una de las ciudades más prósperas de Europa gracias al comercio textil. Ese pasado se refleja en su arquitectura: casas gremiales, puentes de piedra y canales que atraviesan el centro.

Entre los lugares imprescindibles están el Castillo de los Condes de Flandes (Gravensteen), la majestuosa Catedral de San Bavón, donde se encuentra el famoso Políptico del Cordero Místico, y el muelle de Graslei, una de las postales más conocidas de la ciudad.

Además, Gante tiene una fuerte vida cultural y estudiantil, con cafés, museos y actividades durante todo el año. Es una ciudad que se puede recorrer fácilmente a pie y que combina muy bien historia, arte y vida cotidiana.

2. Lucca (Italia)

Lucca, en la región italiana de Toscana, es una de esas ciudades que sorprenden por su armonía y su carácter tranquilo. Aunque no tiene la fama de Florencia o Pisa, conserva intacto su casco histórico medieval, rodeado por una muralla renacentista completamente transitable.

Recorrer la muralla a pie o en bicicleta es una de las experiencias más recomendables para disfrutar de las vistas de la ciudad desde lo alto. Dentro del centro, sus plazas adoquinadas, como la Piazza dell’Anfiteatro, sus iglesias románicas y sus torres medievales, como la Torre Guinigi con árboles en la cima, reflejan la riqueza de su pasado como ciudad independiente.

Lucca es también un buen punto base para explorar el norte de la Toscana, con buenas conexiones por tren a Pisa, Florencia o la costa. Es una ciudad cómoda, muy cuidada y perfecta para recorrer con calma.

Torre dell'Ore, Lucca

3. Cáceres

Cáceres, en el corazón de Extremadura, es una de las capitales de provincia más sorprendentes de España. Su casco histórico ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y al pasear por sus calles empedradas es fácil entender por qué.

La ciudad conserva uno de los conjuntos medievales y renacentistas mejor preservados de Europa. Sus palacios, iglesias y casas nobiliarias forman un paisaje urbano casi intacto desde el siglo XV. Es habitual que su centro sirva de escenario para películas o series de época, como «Juego de Tronos».

Entre los lugares más destacados están la Plaza Mayor, la Concatedral de Santa María, la Torre de Bujaco o el Palacio de las Veletas, que alberga el Museo de Cáceres. Pasear por Cáceres es como retroceder varios siglos en el tiempo.

4. Cracovia (Polonia)

Cracovia, antigua capital de Polonia, es una de las ciudades más interesantes de Europa Central. Su casco histórico está protegido por la UNESCO y reúne siglos de historia, desde la Edad Media hasta el siglo XX, con momentos brillantes y también trágicos.

El corazón de la ciudad es la Plaza del Mercado (Rynek Główny), una de las más grandes de Europa, presidida por la Basílica de Santa María y el edificio renacentista de la Lonja de los Paños. A pocos minutos se encuentra el Castillo de Wawel, símbolo del país y lugar de coronación de reyes polacos.

En el antiguo barrio judío de Kazimierz se pueden visitar sinagogas, museos y calles llenas de vida y memoria. Muy cerca, el antiguo gueto de Cracovia y la fábrica de Schindler recuerdan los horrores de la ocupación nazi. Cracovia es una ciudad que combina muy bien su pasado con un presente joven y culturalmente activo.

Cracovia

5. Lübeck (Alemania)

Lübeck, en el norte de Alemania, fue la capital de la Liga Hanseática, una poderosa red comercial de ciudades del Báltico en la Edad Media. Su casco antiguo está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y sigue rodeado por canales y atravesado por la emblemática Puerta de Holsten, uno de los símbolos más reconocibles del país.

En el centro histórico, destaca la Iglesia de Santa María, un impresionante ejemplo de gótico en ladrillo del norte de Europa. Pasear por las calles de Lübeck es descubrir patios escondidos, casas de mercaderes, museos dedicados al escritor Thomas Mann o al mazapán, el dulce típico de la ciudad.

A pesar de su historia medieval, Lübeck tiene un ambiente relajado y moderno, ideal para explorarla caminando o en bicicleta. Es también una buena base para visitar la costa báltica.

6. Avignon (Francia)

Aviñón, en la región de Provenza, fue durante casi un siglo la residencia de los papas en el siglo XIV. Su mayor joya arquitectónica es el Palacio de los Papas, un edificio gótico fortificado de enormes dimensiones que domina la ciudad.

Otro icono de Aviñón es su famoso puente medieval, conocido por la canción “Sur le pont d’Avignon”. Aunque solo quedan algunos tramos, es una visita imprescindible, sobre todo por las vistas al ródano y las murallas.

El centro histórico está rodeado por una muralla bien conservada y es perfecto para recorrer a pie. Calles empedradas, plazas animadas, mercados y una gran vida cultural, especialmente durante el Festival de Teatro de Aviñón, hacen de esta ciudad una parada muy especial en el sur de Francia.

palacio de los papas de avignon

7. Utrecht (Países Bajos)

Utrecht, en el corazón de los Países Bajos, combina el encanto de una ciudad histórica con un ambiente joven y universitario. Es una de las ciudades más antiguas del país, con raíces romanas, y su centro gira en torno a la Domtoren, la torre de iglesia más alta del país.

Lo más característico de Utrecht son sus canales a dos niveles. En la parte inferior, a ras del agua, hay terrazas, bares y almacenes reconvertidos. Este diseño único la diferencia de otras ciudades holandesas.

Además, Utrecht es una ciudad muy activa culturalmente. Museos, música en vivo, librerías, arquitectura moderna y buenas conexiones ferroviarias la convierten en un destino muy recomendable para una escapada fuera de las rutas más turísticas.

8. Guimaraes (Portugal)

Guimarães, al norte de Portugal, es conocida como la cuna del país, ya que fue aquí donde nació Afonso Henriques, el primer rey portugués. Su centro histórico está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y conserva un trazado medieval muy bien conservado.

Entre sus principales visitas destacan el Castillo de Guimarães, con sus torres almenadas, y el cercano Palacio de los Duques de Braganza, un palacio gótico con techos de madera en forma de casco de barco. También merece la pena pasear por la plaza de Oliveira y subir en teleférico al Monte da Penha.

Guimarães es una ciudad pequeña pero con mucho carácter, ideal para combinar con Oporto o para una escapada de fin de semana centrada en historia y patrimonio.

9. Sighisoara (Rumanía)

Nos vamos ahora a Transilvania en Rumania para descubrir Sighişoara, una de las pocas ciudades fortificadas habitadas que se conservan en Europa. Su casco antiguo medieval, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, está lleno de coloridas casas de tejados empinados, calles adoquinadas y torres defensivas.

Aquí nació Vlad Tepes, el príncipe que inspiró el personaje de Drácula. Su casa natal se puede visitar, al igual que la Torre del Reloj, uno de los mejores miradores de la ciudad, o la Escalera Cubierta, que lleva a una iglesia sobre la colina.

Pese a su fama ligada al mito de Drácula, Sighişoara es un destino tranquilo, ideal para empaparse de la historia de la región y disfrutar del ambiente de una ciudad que parece detenida en el tiempo.

Sighisoara, Rumania

10. Salzburgo (Austria)

Salzburgo, situada cerca de la frontera con Alemania, es una ciudad marcada por la música y la arquitectura barroca. Es la ciudad natal de Mozart y escenario de la película Sonrisas y lágrimas, y todo en ella recuerda a su pasado artístico y elegante.

La ciudad está dividida por el río Salzach, con el casco antiguo a un lado —declarado Patrimonio de la Humanidad— y elegantes avenidas al otro. Entre sus visitas imprescindibles están la Fortaleza de Hohensalzburg, una de las más grandes de Europa, la Casa de Mozart, los jardines de Mirabell y la calle comercial Getreidegasse.

Además, Salzburgo cuenta con una rica vida cultural y musical durante todo el año, y es también un excelente punto de partida para explorar los Alpes austriacos o combinarla con una visita a Múnich o Viena.

Salzburgo en un día

11. Brujas (Bélgica)

Brujas es probablemente una de las ciudades más visitadas de Bélgica, y con razón. Su casco medieval perfectamente conservado, con canales, casas de ladrillo escalonado y plazas adoquinadas, la han convertido en uno de los destinos más fotogénicos de Europa.

Entre sus visitas imprescindibles están la Plaza Mayor con su campanario, la Basílica de la Santa Sangre, el Beguinaje (Patrimonio de la Humanidad) y el Lago del Amor. Los paseos en barco por los canales o a pie por sus callejuelas permiten descubrir una ciudad que conserva todo el encanto de su época dorada.

A pesar del turismo, Brujas mantiene un aire tranquilo fuera de temporada y es ideal para una escapada de uno o dos días desde Bruselas o Gante.

Brujas

12. Granada (España)

Pocas ciudades en el mundo pueden presumir de una estampa como la de Granada, con la Alhambra recortada sobre la colina, los picos de Sierra Nevada al fondo y el Albaicín a sus pies. La ciudad fue capital del último reino musulmán en la península ibérica y conserva un legado andalusí único.

La Alhambra, declarada Patrimonio de la Humanidad, es una de las visitas más importantes de Europa. Junto con los Jardines del Generalife y el Palacio de Carlos V, forman un conjunto que deja sin palabras.

El barrio del Albaicín, con sus casas encaladas y miradores como el de San Nicolás, permite asomarse a siglos de historia. Y para terminar el día, nada como unas tapas por el centro o una visita a los baños árabes o a una casa cueva en el Sacromonte.

13. Liubliana (Eslovenia)

Liubliana, capital de Eslovenia, es una de las ciudades más agradables y accesibles de Europa. Con un tamaño perfecto para recorrer a pie y un centro histórico peatonal junto al río Ljubljanica, destaca por su ambiente relajado, sus plazas, y la arquitectura del maestro Jože Plečnik, que le dio a la ciudad gran parte de su carácter actual.

Entre los lugares más destacados están el Castillo de Liubliana, al que se puede subir caminando o en funicular, el Puente Triple, la Plaza Prešeren, y el Mercado Central. Todo el casco viejo combina edificios barrocos, modernistas y medievales con terrazas animadas y espacios verdes.

Además, es una ciudad muy orientada a la sostenibilidad y la cultura, ideal como base para explorar el resto de Eslovenia, desde el lago Bled hasta el castillo de Predjama.

Que ver en Liubliana en un día

14. Cesky Krumlov (República Checa)

Český Krumlov es una joya del sur de Bohemia que parece sacada de un cuento. Su casco histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad, está formado por calles empedradas, fachadas renacentistas y casas que se asoman al meandro del río Moldava.

El gran protagonista es el castillo de Český Krumlov, uno de los más grandes de la República Checa, con torre decorada, jardines, teatro barroco y vistas espectaculares del casco antiguo. Pasear sin rumbo por el centro permite descubrir patios escondidos, tiendas de artesanía y pequeñas iglesias.

Aunque se llena de visitantes durante el día, al caer la tarde el ambiente se vuelve más tranquilo y auténtico, ideal para quedarse una noche y disfrutarla con calma.

Cesky Krumlov, patrimonio de la humanidad de la República Checa

15. Berat (Albania)

Berat, conocida como la “ciudad de las mil ventanas”, es una de las ciudades más representativas del patrimonio cultural de Albania. Su arquitectura tradicional y su mezcla de influencias otomanas, bizantinas y cristianas le valieron ser reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La ciudad se divide entre los barrios de Mangalem y Gorica, situados a ambos lados del río Osum, y conectados por un puente de piedra. Las casas de fachadas blancas escalonadas parecen mirar todas hacia el mismo punto, creando una imagen muy singular.

En lo alto de la colina se encuentra la ciudadela, donde aún viven algunas familias y se puede visitar el Museo Onufri, dentro de una iglesia ortodoxa. Berat es también un excelente punto de partida para explorar la región central de Albania, combinando cultura, naturaleza y gastronomía.

16. Plovdiv (Bulgaria)

Plovdiv es una de las ciudades más antiguas de Europa, con más de 6.000 años de historia. Situada en el sur de Bulgaria, fue capital cultural europea en 2019 y combina un pasado rico con un ambiente joven y moderno.

El principal atractivo es su casco antiguo, con casas de estilo renacentista búlgaro, calles empedradas y monumentos romanos como el anfiteatro, aún en uso para espectáculos. No faltan tampoco las mezquitas otomanas, iglesias ortodoxas y museos.

El barrio de Kapana, antaño zona de artesanos, se ha transformado en el epicentro creativo de la ciudad, lleno de cafés, bares, tiendas de diseño y arte urbano. Plovdiv es una parada imprescindible en una ruta por Bulgaria, y sorprende por su mezcla de culturas y buen ambiente.

17. Tallin (Estonia)

Tallin, capital de Estonia, combina perfectamente su pasado medieval con una vida cultural moderna y dinámica. Su ciudad vieja, amurallada y muy bien conservada, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y es una de las más impresionantes de Europa del Este.

El recorrido habitual comienza en la Plaza del Ayuntamiento, rodeada de edificios góticos y terrazas con encanto. Desde allí, se puede subir al mirador de Toompea, visitar la Catedral ortodoxa de Alejandro Nevski o caminar por las callejuelas empedradas que parecen detenidas en el tiempo.

Fuera del centro histórico, barrios como Kalamaja ofrecen un ambiente alternativo con cafés, mercados creativos y antiguos edificios industriales reconvertidos. Tallin es una ciudad ideal para una escapada de fin de semana, con vuelos directos desde muchas capitales europeas.

18. Vilnius (Lituania)

Vilnius, la capital de Lituania, es una de las ciudades más desconocidas del continente, pero también una de las más sorprendentes. Su centro histórico, de gran extensión, está incluido en la lista de Patrimonio Mundial, con una combinación de estilos gótico, renacentista, barroco y clásico.

Entre sus puntos destacados están la Catedral de Vilna, la Puerta del Alba, la iglesia de San Pedro y San Pablo, y la colina de Gediminas, que ofrece vistas panorámicas de la ciudad. También es curioso visitar la República de Užupis, un barrio bohemio autoproclamado independiente, lleno de arte callejero y espíritu creativo.

Vilnius es tranquila, acogedora y perfecta para pasear sin prisa. Su historia, marcada por el mestizaje de culturas y religiones, se deja ver en cada esquina.

19. Córdoba (España)

Córdoba, en Andalucía, es una de las ciudades con más historia de España. Durante siglos fue una de las grandes capitales del mundo islámico y su legado cultural y arquitectónico es impresionante. Su centro histórico es Patrimonio de la Humanidad y una de las zonas monumentales más extensas de Europa.

El gran emblema es la Mezquita-Catedral, una joya única en el mundo por su mezcla de estilos y su historia. Pero también merece la pena recorrer la judería, el puente romano, el alcázar de los Reyes Cristianos o perderse entre los famosos patios cordobeses, especialmente en primavera.

Córdoba combina lo monumental con lo popular, lo refinado con lo cotidiano. Una ciudad que deja huella y que se disfruta tanto de día como de noche.

Puente romano de Córdoba

20. Bamberg

Situada en el norte de Baviera, Bamberg es una de las ciudades medievales mejor conservadas de Alemania. Su casco antiguo fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y es un verdadero ejemplo del urbanismo medieval europeo.

El centro histórico está dividido por el río Regnitz, que le da un aire pintoresco con sus puentes, barcas y fachadas de entramado. No falta la típica «pequeña Venecia», un conjunto de casas de pescadores con balcones floridos junto al canal. Además, la ciudad cuenta con lugares destacados como la Catedral imperial, la Antigua Residencia y el Antiguo Ayuntamiento, que parece flotar sobre el río.

Bamberg también es famosa por su cerveza artesanal, especialmente la cerveza ahumada (Rauchbier), que se puede probar en cervecerías históricas como Schlenkerla. Es una ciudad tranquila, muy fotogénica y perfecta para recorrer a pie sin prisas.

Altes Rahaus, visita imprescindible en Bamberg

21. Riga

Riga, la capital de Letonia, combina el legado histórico del Báltico con una sorprendente vida cultural. Su casco antiguo ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad y es una mezcla de estilos gótico, barroco y art nouveau. De hecho, Riga es conocida por tener la mayor colección de edificios de Art Nouveau de Europa.

Uno de sus símbolos es la Casa de las Cabezas Negras, una antigua sede de comerciantes reconstruida con precisión. El centro histórico, con calles adoquinadas, iglesias medievales como la de San Pedro o la Catedral de Riga, invita al paseo tranquilo. A orillas del río Daugava, la ciudad también muestra su lado moderno con zonas renovadas y un ambiente joven y artístico.

Además de su valor arquitectónico, Riga sorprende por su mercado central, uno de los más grandes de Europa, ubicado en antiguos hangares de zepelines. Una ciudad perfecta para una escapada diferente por el norte de Europa.

Plaza de Riga

Deja un comentario