Marrakech conocida por muchos como la “ciudad roja” o la “perla del sur” es una de las ciudades más bellas de Marruecos y probablemente del continente Africano. Marrakech puede presumir de haber sido la antigua capital de las grandes dinastías bereberes y de ser históricamente un cruce de caminos entre diferentes culturas destacando como referente de la cultura islámica. Una ciudad que ha pasado de la gloria a la decadencia y que no hace mucho se ha abierto al mundo moderno. Todo ello le ha valido para que en 1985 su medina entrara a formar parte del Patrimonio de la Humanidad.
Marrakech marca a cada viajero de alguna manera distinta pero sin duda alguna es una ciudad que tienes que ver con tus propios ojos y vivirla, al menos, una vez en la vida. Nuestro paso por Marrakech fue breve y seguramente no lo suficiente para conocer todos los misterios y encantos que esconde esta ciudad pero no cabe duda que no nos dejo indirefentes. Os contamos todo lo que dió de si nuestro paso por Marrakech y una propuesta de qué ver en un día (o dos) en Marrakech.
¿Cómo llegar a Marrakech?
Hoy en día es bastante fácil y económico llegar a Marrakech. Varias compañías Low Cost como Ryanair o Easyjet ofrecen vuelos directos desde varias ciudades españolas por menos de 100 euros ida y vuelta. Como veníamos de Mallorca tuvimos que hacer en escala en Madrid y tras aprovechar el día en la capital salimos hacia Marruecos por la noche. Te dejamos un enlace para que encuentres tu vuelo a Marrakech.
Ya en el Aeropuerto de Marrkech Menara podemos llegar a la ciudad en bus, taxi (entre 70 y 120 dirhams) o mediante el servicio de transfer que ofrecen la mayoría de hoteles y riads. Nosotros elegimos el servicio de transfer dado que llegamos a última hora de la noche y el riad estaba entre callejuelas en el barrio de la Kasbah, por lo que por 15 euros nos acompañaron hasta la misma puerta del riad.
Ya en la ciudad nuestra recomendación es llegar a los sitios andando o en taxi (salen muy bien de precio) cuando sean distancias mas largas. No olvidéis pactar el precio antes de subir.
¿Qué ver en Marrakech?
Además de dejarte llevar por las calles y disfrutar de su espectacular ambiente, creemos que en tu visita a Marrakech no puedes dejar de visitar alguno de sus lugares más emblemáticos que han sido testigos de su historia y honran su carácter de ciudad imperial. Estas son las visitas imprescindibles para ver en Marrakech en un día:
Si no te quieres complicar, puedes reservar aquí un free tour por Marrakech.
Puerta de Bab Agnaou
Nos levantamos a primera hora de la mañana y tras un excelente desayuno pusimos rumbo hacia la monumental puerta de Bab Agnaou situada muy cerca de nuestro Riad. Bab Agnaou es la puerta más antigua y bonita de las 19 puertas de la muralla que rodea Marrakech. Fue construida en el siglo XII durante la dinastía almohade y daba entrada a la kasbah real en la parte sur de la medina de Marrakech. Cuentan que de la puerta colgaban las cabezas y cuerpos de los ajusticiados 😮
Junto a la puerta defensiva se encuentra la puerta Bab er Robb, entrada oficial a la ciudad y por la que seguiremos unos 100 metros hasta la Mezquita Moulay el Yacid que, como el resto de mezquitas, solo puedes acceder a ellas si eres musulmán.
Tumbas Saadíes
Las Tumbas Saadíes se encuentran situadas junto a la mezquita Moulay El Yazid aunque son apenas visibles de pasada, ya que su entrada se encuentra al fondo de un callejón en el extremo sur de la mezquita. Las tumbas fueron construidas por Ahmed el Dorado a finales del siglo XVI, aunque curiosamente en 1654 el sultán Mulai Ismail ordenó tapiar su entrada quedando las mismas aisladas del mundo hasta su redescubrimiento en 1917, cuando se hizo pública su existencia.
Pagando una entrada simbólica de 10 dirhams podremos acceder al recinto que abre en horario de mañanas y tarde. En el interior se distinguen cuatro espacios: la Sala del Mirhab, la Sala de las doce columnas, la Sala de los tres nichos y el Mausoleo de Lalla Messaouda. Una verdadera maravilla de la arquitectura árabe.
Aunque lo más espectacular y llamativo es la sala de las doce columnas de mármol de carrara, merece la pena dar una vuelta por el recinto para observar las decenas de tumbas sencillamente decoradas con mosaicos y observar los detalles de la construcción. La visita no os llevará mucho más de media hora.
Dejamos las tumbas para poner rumbo hacia el Palacio de la Bahía no sin antes pasar por la animada Plaza de los Hojalateros (Place des Ferblantiers). Esta plaza es un verdadero cruce de caminos entre las animadas calles que llevan a la plaza principal y los barrios la Kasbah y el Mellah, el barrío judío de Marrakech. En general el simple hecho de caminar por Marrakech es un verdadero espectáculo, el trajín de comerciantes que van de un lado a otro y el descontrol que reina las calles nos llamaron mucho la atención.
Palacio de la Bahía
El Palacio de la Bahía es sin lugar a dudas es uno de los monumentos más bonitos de Marrakech. Fue construido a finales del siglo XIX como residencia del Gran Visir del Sultán Sidi Moussa bajo el pretexto de convertirse en uno de las palacios más grandes del mundo. Con alrededor de 150 habitaciones destinadas a sus esposas y concubinas, numerosos patios y un enorme jardín que ocupa una extensión de 8000 m2 , el Palacio de la Bahía puede presumir de ser una las obras arquitectónicas más espectaculares del país y una visita inexcusable en Marrakech.
A pesar de que tras la muerte del visir la mayoría de las habitaciones fueron vaciadas hoy en día aun nos podemos imaginar el esplendor del palacio observando los mosaicos, detalles de mármol y los asombrosos techos de madera de cedro tallada.
Pronto os daréis cuenta que los monumentos no están tan cuidados ni las visitas tan estructuradas como en otros países por lo que hay que dejarse llevar e ir descubriendo cada uno a su manera todos los rincones y detalles del palacio. Eso sí, os recomendamos que os informéis de su historia para disfrutar un poco más la visita o que contratéis a un guía que seguro que no os saldrá demasiado caro.
A medida que vamos recorriendo el palacio nos llama la atención la estructura casi caótica del palacio, siendo una sucesión de pasillos,apartamentos y patios algo desordenada, debido a que durante los años de construcción del palacio se fueron adquiriendo las casas que lo rodeaban para ir ampliándolo sucesivamente.
Tras varias vueltas llegamos a una de las zonas principales del palacio que no es otra que el gran y colorido patio conocido como Tribunal del Honor. Se trata de un enorme patio con suelos de mármol y Zellij rodeado por una preciosa galería con columnas de madera pintadas en tonos azul y amarillo que le dan un encanto especial.
Tras la visita al palacio, un verdadero oasis en la ciudad, volvemos a las ajetreadas calles de Marracech. Cerca del palacio de la Bahia se encuentra el Palacio el Badi que a pesar de estar en ruinas es un excelente ejemplo del poder de la dinastía Saadi. Sin embargo, con el tiempo que teníamos había que priorizar, por lo que dejamos la visita para otra ocasión. Tomamos la calle de Riad ez Zitouin el-Jdid en dirección a la plaza Jemaa El-Fna, no sin antes hacer un pequeño desvío hasta el recóndito museo de artesanía marroquí, Dar Si Saïd.
Dar Si Saïd: Museo de Artesanía Marroquí
Construida a finales del siglo XIX por el gran chambelán Si Saïd, este hermosa mansión acoge el Museo de Artesanía Marroquí. De su interior, además de una colección de joyas, armas, cerámica, entre otros, destacaríamos principalmente su acogedor patio y las estancias lujosamente decoradas con motivos árabes. La entrada son 10 dirhams por persona, que se amortizan solo por ver las estancias y el patio.
Salimos de museo para poner rumbo a la plaza Jmaa El-Fna, retomamos de nuevo la calle Riad ez Zitouin el-Jdid que al igual que otras calles que dan a la plaza está repleta de comercios y generalmente bastante transitada. Nosotros fuimos en temporada baja y además el día no acompañaba demasiado por lo que no vimos excesivo ajetreo en las calles .
Plaza Jemaa el Fna
Ahora sí, llegamos al verdadero corazón y centro neurálgico de la medina de Marrakech. La plaza Jemaa el Fna es un verdadero espectáculo al aire libre donde locales y turistas se entremezclan y disfrutan por igual de su ambiente. Decenas de puestos, carros de zumo, encantadores de serpiente, los guerrab vistosamente ataviados, músicos y un largo etcétera que da vida a la plaza como en ningún otro lugar.
La plaza es realmente amplia y, aunque monumentalmente no nos ofrece mucho, su verdadero encanto reside en su ambiente por lo que pasear por ella a cualquier hora del día nos ofrecerá es una experiencia imprescindible en Marrakech.
Desde la plaza vemos la figura imponente de la Mezquita Koutobia que se erige a escasos dos cientos metros de la plaza y que tanto nos recuerda a nuestra giralda de Sevilla.
Mezquita de la Koutobia
Esta parte de la ciudad juega de límite ente la ciudad nueva y la ciudad vieja que se esconde tras sus antiguas murallas. En este punto rodeada de jardines se erige desde el siglo XII la mezquita de la Koutobia, cuyo minarete de 77 m es uno de los mejores exponentes del arte almohade y el orgullo de Marrakech. Junto a la misma se extienden unos jardines ideales para dar un paseo y relajarse y desde donde además podréis obtener las mejores fotos de la Koutobia.
Como dato curioso, la mezquita fue eridida dos veces dado que la primera construcción estaba mal orientada respecto de la Meca por lo que se procedió a demoler la mezquita y levantarla de nuevo.
A estas horas el hambre ya nos aprieta y dejamos atrás la mezquita para ponernos a buscar algún sitio para retomar fuerzas antes de perdernos por los Zocos. Para ello nos alejamos de la plaza por una de las muchas calles concurridas que salen de la misma para acabar “cazados” en un restaurante “para extranjeros”. A pesar de ello tuvimos la suerte de parar en un pequeño oasis dentro de las callejuelas de la medina ya que el restaurante contaba con un bonito patio interior muy bien decorado. Así que aunque no disfrutamos de una gran cocina por lo menos pasamos un rato agradable. La comida nos salió por unos 30 euros al cambio pero seguro que podéis encontrar lugares más económicos o por lo menos mejores grastronómicamente.
Tras llenar nuestros estómagos ponemos rumbo a los zocos por la entrada principal que se encuentra en la misma plaza Jemma al Fna.
Zocos
Los zocos o “Souks” forman parte de la ciudad y de su historia. Marrakech es una ciudad que no se puede entender sin su vocación por el comercio y la artesanía, símbolo de la prosperidad de la ciudad. Nos adentramos en la verdadera institución de la ciudad, un laberinto de calles donde los mapas ya no nos sirven y solo queda guiarse por la intuición y los ojos. Los comerciantes os invitarán a comprar sus productos y si queréis haceros con alguno de ellos os veréis abocados al regateo. El regateo está prácticamente institucionalizado y es una experiencia imprescindible en Marruecos, nosotros luchamos a capa y espada para conseguir nuestras babuchas por menos de la mitad del precio inicial. Nuestro truco tener clara la cantidad que estábamos dispuestos a pagar y dividir por 3 el precio inicial. Aunque seguro que sales perdiendo igual os aseguramos que pasamos un rato divertido.
La verdad que es imposible proponer un recorrido por este lugar y lo mejor es ir descubriendo paso a paso los diferentes zocos: el zoco de los tintoreros, zoco Smarine, zoco Chouari, zoco Smata… Uno para cada tipo de producto por lo que seguro que encontraréis lo que estáis buscando.
Para salir, todo dependerá de lo que te hayas adentrado en los zocos pero localizando las dos o tres calles principales (por el tránsito de gente) no tendréis problemas en salir. Aunque seguro que si os ven en apuros algún guía busca vidas se ofrecerá para ayudaros a cambios de unos dirhams.
Nosotros tuvimos suerte y sin quererlo ni beberlo acabamos saliendo por el extremo norte de los zocos a las puertas del barrio Ben Youssef, centro religioso e intelectual de Marrakech.
Madraza Ben Youssef
En este barrio se encuentra nuestra próxima visita la Madraza Ben Youssef o Medersa Ben Youssef, uno de los edificios más bellos de la ciudad. Pero ¿Qué es una madraza? Las madrazas son centros de enseñanza principalmente de ciencias religiosas que nacieron en oriente en el siglo XI y que se expandieron por el Magreb allá por el siglo XIII.
La Madraza ben Youssef fue construida en el siglo XIV y reconstruida por la saadíes en el siglo XVI y en poco tiempo se convirtió en una de las escuelas coránicas más famosas del Islam, que atrajo a miles de estudiantes de todos los rincones del mundo árabe. En su interior podría alojar cerca de 1000 estudiantes distribuidos en sus más de 130 habitaciones.Por apenas 20 dirhams tendréis acceso a la misma y podréis descubrir su gran patio y las estancias de los estudiantes.
Merece la pena detenerse un tiempo en su asombro patio decorado con un estanque rectangular en el centro. El lugar está lleno de simbolismo y decorado con todo lujo de detalles. Si atravesamos el gran portal que veremos de frente podremos visitar la sala de la oración. En ella encontramos en numerosas partes versículos del corán, mosaicos y una decoración muy trabajada.
Además, se pueden visitar las numerosas habitaciones que rodean el patio central en dos plantas. A pesar de que la práctica totalidad se encuentran vacías te puedes hacer una idea de como sería la vida estudiantil en la madraza y ver la rica decoración de las estancias sobre todo en los pequeños patios interiores.
Además de la Madraza en el barrio Ben Youssef se encuentran la Kuba Ba’Adiyin, únicos restos almorávides de la ciudad y el monumento más antiguo, así como la Mezquita Ben Yusef la cual no se puede visitar. En la misma calle también veréis el Museo de Marrakech. Aunque no pudimos visitarlo habíamos leído que no es una visita imprescindible y su nombre es más un reclamo turístico que un verdadero museo de la ciudad por lo que no nos perdimos gran cosa.
Después de esta desconexión del ajetreado ritmo de la ciudad, es hora de volver a atravesar los zocos, esta vez sin perder de vistas las calles principales, para volver de nuevo al corazón de la medina.
Atardecer en la plaza de Jmaa el Fna
Si hay algo que no os podéis perder en Marrakech, es ver caer el sol desde alguna de las terrazas que rodean la plaza Jemaa el Fna. Hay numerosos cafés y restaurantes la mayoría de ellos con precios (europeos) asequibles. Nosotros elegimos uno llamado Aqua y la verdad que disfrutamos de unas vistas asombrosas acompañadas por un rico te moruno con galletas típicas (2,50€).
Al caer la noche la plaza se transforma y toma un encanto especial. La verdad que ver la plaza iluminada con el ir y venir de comerciantes, turistas y locales con el minarte de la Koutobia al fondo, no tiene precio.
Para finalizar este día tan completo, tuvimos la suerte de conocer a un grupo de mallorquines que se alojaban en el mismo riad que nos recomendaron un lugar para cenar en la medina: el Café Árabe. Como nos unimos a ellos nos adentramos en los zocos de noche aunque para ser sinceros si hubiéramos estado solos posiblemente no nos hubiéramos metido por esas calles a esas horas.
A pesar de ser un lugar frecuentado por turistas en este restaurante pudimos disfrutar de la gastronomía típica marroquí (esta vez bien elaborada) y probar algunos platos como el couscous, el tajine, la harira o kefta…
Además de este recorrido por el centro histórico de la ciudad, hay algunas visitas complementarias como los jardines de la Menara, los jardines Majorelle o el palmeral de Marrakech. Como nosotros hicimos una excursión de 3 días al desierto de Merzouga la visita al palmeral no nos llamaba mucho la atención y entre los jardines nos decantamos por cuestión de tiempo por visitar los jardines de Menara así que dejamos pendientes para la próxima visita los jardines Majorelle. Una buena excusa para volver 😉
Jardines de la Menara
La jardines de la Menara se encuentran muy cerca del aeropuerto y ocupan una extensión de cien hectáreas con miles de olivos. En el centro se sitúa un gran estanque que podremos bordear y disfrutar de una bonita estampa sobre todo en los días claros cuando incluso se puede divisar el atlas nevado. Aunque fue un paseo agradable no es una visita imprescindible por lo que si vais algo justos de tiempo priorizaríamos otros lugares. El edificio situado junto al estanque se puede visitar por unos 10 dirhams.
Hasta aquí nuestra experiencia en Marrakech, pronto os contaremos nuestra aventura por el interior de Marruecos hacia el desierto de Merzouga 😀
Alojamiento en Marrakech
En Marrakech existe una amplia variedad de alojamientos de todas las clases y categorías aunque os recomendamos que os alojéis en un riad. Los riads son grandes casas cuyas habitaciones se distribuyen alrededor de un patio interior. Aunque por fuera parecen casas normales por dentro algunos riads son verdaderos palacetes.
Nosotros nos alojamos en el Riad Bjoujna, un alojamiento sencillo pero bonito situado en el barrio de la Kasbah, antiguo barrio que bordeaba el palacio real y a 2 minutos de las Tumbas Saadies. El trato fue estupendo y los desayunos muy ricos. Quedamos enamorados del té moruno que nos preparaba cada mañana nuestra anfitriona ¡el mejor que probamos en Marruecos! Las tres noches nos salieron por 75 euros (37,50 cada uno) incluyendo el desayuno. Un verdadero chollo aunque evidentemente se puede dormir mucho más caro y más lujoso (y más barato) pero para nosotros era más que suficiente. Os dejamos un link a los alojamientos en Marrakech.
Si tenemos que poner alguna pega es que para acceder al mismo tienes que meterte por algunas callejuelas algo estrechas, oscuras y llenas de gatos. La verdad que daban un poco de mal rollo sobretodo si no estás acostumbrado a viajar por sitios así. Aunque eso también forma parte de la aventura de viajar y fue una anécdota más del viaje.
Tours y visitas guiadas en Marrakech